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martes, 17 de febrero de 2015

Época Colonial




Bandera de Castilla (gif animado)

Alcalde de Hermandad


Originariamente, la campaña se hallaba bajo la jurisdicción de los Alcaldes del Cabildo de Buenos Aires, ya que, en América, “donde no hubiere Alcaldes de la Hermandad han de conocer en estos casos los alcaldes Ordinarios” (Real Provisión de 7 de diciembre de 1544). Los primeros Alcaldes de Buenos Aires se eligieron en 1580, conjuntamente con la fundación de la ciudad.

Alcalde del Cabildo en 1580, por Eleodoro Marenco.
Alcalde del Cabildo en 1580, por Eleodoro Marenco.
"La competencia territorial de los alcaldes ordinarios fue vastísima: comprendía la ciudad y la campaña. En los primeros tiempos, requerida su presencia lejos de la ciudad –por ejemplo, para instruir un sumario criminal–, delegaba la diligencia en un comisionado. Tanto los cabildos como los alcaldes tenían prohibido nombrar jueces comisionados con jurisdicción general, pero podían nombrarlos para casos especiales. Desde el siglo XVI los cabildos designaron alcaldes de santa hermandad en lugar de los comisionados" (Levaggí, op. cit., T. II, p. 24).
El crecimiento de la población rural y las enormes distancias llevaron a la designación de los dos primeros Alcaldes de Hermandad en 1606, eligiéndose a personas que residían en el pago donde debían ejercer sus funciones.
“La santa hermandad fue una institución que, con fines de policía y justicia, organizaron los Reyes Católicos en Castilla a fines del siglo XV. Recibió jurisdicción para el juzgamiento sumario y el castigo de determinados delitos, particularmente de los cometidos en despoblado. Poco después, pasó a ser una milicia rural destinada a la represión del bandolerismo en los campos. Con fines similares, se organizó en las Indias. Los alcaldes de la santa hermandad –o, simplemente, de hermandad– tenían competencia acumulativa a la de los alcaldes ordinarios para conocer en los delitos cometidos en yermos o despoblados (en la campaña), llamados «delitos de hermandad»” (Levaggi, Abelardo, “Manual de Historia del Derecho Argentino”, Ed. LexisNexis, Bs. As. 2005, T. II, p. 24).
Alcalde de Hermandad montado (E. Marenco).
Alcalde de Hermandad montado (E. Marenco).

Pieza de colección


La figura de las fotos está confeccionada en plomo sobre matriz de Roume, en escala 1/24 (75 mm), y claramente inspirada en la lámina de Eleodoro Marenco, que nos presenta un Alcalde de Hermandad montado.

Alcalde de Hermandad (1606), por RoumeAlcalde de Hermandad (1606), por Roume

Alcalde de Hermandad (1606), por RoumeAlcalde de Hermandad (1606), por Roume











Bandera de Castilla (gif animado)

Cuerpo de Blandengues


El Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires fue una unidad de caballería creada durante la dominación colonial de España en el Río de la Plata. Pasó luego a formar parte del Ejército Argentino desde 1810.

Los blandengues eran inicialmente milicias criollas de caballería del Río de la Plata, donde se hacía permanentemente frente a los indígenas de la Pampa y del Chaco, así como a las incursiones de los portugueses en la región de la Banda Oriental (actual Uruguay partes de Río Grande del Sur en el Brasil).

Historia


El origen de los Blandengues se remonta al año 1724, cuando en Santa Fe se formó un cuerpo de 100 hombres, pagados por el Cabildo con autorización real, para proteger a la ciudad de los ataque de los indios del Chaco.

El 27 de julio de 1744 el cacique Calelián realizó un malón sobre Luján, por lo que el 11 de enero de 1745 una junta de guerra decidió construir cuatro fuertes de palo a pique, con guarnición de treinta hombres bien armados y municionados. Ese mismo año el maestre de campo Juan Ignacio de San Martín llevó adelante la iniciativa en el pago de Magdalena y creando la Guardia de Luján. Hacia 1750 se había producido una deserción masiva de los milicianos que custodiaban los fortines de la frontera, que estaban a ración y sin sueldo, y se produjeron nuevos malones indígenas.

De tal manera, durante muchos años, esa frontera estuvo resguardada únicamente por unos pocos fortines de estacas y adobe unidos a la defensa natural que representaba el río Salado. El jesuita alemán Florián Paucke los describió en 1749 de la siguiente forma:
“¿No le voltearía a uno la risa la contemplación de esta fortaleza de las Indias? El fuerte entero no tenía en su circuito más de cien pasos; si este palenque de palos merece el nombre de fortaleza, entonces cada agricultor que en nuestro país ha cercado su granja con muros en derredor, tiene una fortaleza mucho mejor y más resistente […]” (Cit. en Levene, Gustavo Gabriel: "Nueva Historia Argentina", Ed. Sánchez Teruelo, Bs. As., 1974, T. I, p. 296).
Fuerte español contra los indios en Pergamino,   dibujo de Florián Paucke, S.J.
Fuerte español contra los indios en Pergamino, 
dibujo de Florián Paucke, S.J.

Creación de las compañías de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires


El Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires fue inicialmente creado para la defensa de la frontera contra los indígenas. El inicio de esta unidad militar es la creación por el Cabildo de Buenos Aires de tres compañías de caballería ligera a sueldo, durante la gobernación de José de Andonaegui (1745-1756), para defender las fronteras con los indígenas. 
"El teniente general don José Adonaegui, creador de la afamada milicia rural de los blandengues, [...] decía justificando su encarnizada persecución á los indígenas, que el mejor bautismo era el de sangre" (Vázquez, Eduardo Acevedo: "José Artigas", tomo I, pág. 390).
Las fuerzas veteranas se mostraban ineficaces en la lucha contra los indígenas, por lo que la única solución era enfrentarlos con los criollos habitantes de la región, por lo que Andonaegui señaló que "el eficaz medio para pelear contra el indio (...) formar compañías con gente del país".

Cuerpo de Blandengues (c. 1780), por José María Bueno
Cuerpo de Blandengues (c. 1780).

Un hacendado del río Arrecifes, el coronel Juan Francisco Basurco, propuso pagar con fondos del Cabildo "algunas compañías de gente del país asalariada competentemente". En respuesta a ese pedido, en un acuerdo celebrado por el cabildo el 5 de febrero de 1751 se habló: "de los grandes daños y perjuicio que hacían los indios infieles, hostilizando, matando y robando en las fronteras", por lo que al producirse malones en 1751 se decidió crear tres fuertes con tres compañías. El 18 de febrero de 1751 el Cabildo autorizó la creación de las compañías pagadas con un impuesto, el ramo de guerra, lo cual prohibía la ley, pero ante la necesidad se decidió realizarlo e informar al rey. La principal recaudación del ramo de guerra era sobre las cargas de vino y aguardiente provenientes de Cuyo.

En consecuencia, el blandengue era la única carrera de las armas que podían seguir los criollos. Los demás regimientos tenías su base de reclutamiento en España y estaban formados sólo por españoles, hasta la creación de las milicias criollas en la víspera de la primera invasión inglesa en 1806.

Resultaba de esta manera una destacada ocupación a la medida de los criollos de la campaña, ya que se valoraba el conocimiento exacto del terreno que tenían nuestros baqueanos. Las castas (indios y negros) no eran admitidas en el cuerpo.

Blandengue de la frontera (c.1724). Óleo sobre tela de Mauricio Rugendas (1802-1858)
Blandengue de la frontera (c. 1724). 
Óleo sobre tela de Mauricio Rugendas (1802-1858) 

Cuerpo de Blandengues


En su memoria al siguiente virrey Juan José de Vértiz y Salcedo resaltó la precariedad de los blandengues y expresó:
“Para resguardo de tan dilatada frontera, sólo se hallan tres pequeños corrales denominados Fuertes, desde donde salían y entraban a caballo igual número de Compañías tituladas de Blandengues, encargadas de guarnecerlos, al mando cada una de un Capitán e integradas además por un Alférez y treinta paisanos, que los conservaban en el mayor desgreño (a los Fuertes), sin que conociesen subordinación, tuviesen disciplina, gobierno interior, vestuario ni más armas que pequeñas y desiguales lanzas, y una que otra arma de fuego de diversos calibres y figuras” (Memoria del virrey Juan José de Vértiz y Salcedo a su sucesor, apartado “Defensa de Fronteras”, cit. en "Historia de la Gendarmería Nacional", Revista de Gendarmería Nacional, Cuaderno 3, p. 18).
El virrey Juan José de Vértiz y Salcedo se preocupó por mejorar esta penosa situación, proveyendo un mayor número de efectivos, armamento y uniformes, por lo que afirmó en 1779:
“Se ha logrado poner este cuerpo en estado respetable para algo más que indios” (Cit. en Ruiz Moreno, Isidoro, "Campañas militares argentinas"Ed. Emecé, Bs. As., 2005, T. I, p. 30).

También buscó Vértiz uniformar estas construcciones, instruyendo para hacerlos más sólidos y grandes, con el fin de que a la vera de éstas se instalasen poblaciones cuyas calles pudiesen ser barridas por la artillería en caso de ataque, "retirándose las familias a la fortificación". La falta de fondos conspiró contra la iniciativa, y la defensa de la frontera y sus habitantes prosiguió como hasta entonces, durante un siglo más (Ruiz Moreno, Isidoro.: "Campañas militares argentinas", Ed. Emecé, Buenos Aires, 2005, T. I, pág. 31).

El 30 de octubre de 1780 el virrey Vértiz reorganizó las compañías existentes elevándolas a Cuerpo de Blandengues con 6 compañías de 100 plazas cada una. El rey emitió una Real Cédula el 7 de octubre de 1783 aprobando la formación del cuerpo. Vértiz ordenó que unos 300 blandengues y milicianos custodiaran la batería de la Ensenada de Barragán.

Los Cuerpos de Blandengues fueron finalmente elementos profesionales, declarados veteranos en la Real Orden del virrey Vértiz del 3 de julio de 1784, es decir, en pie de igualdad con los Regimientos Fijo de Buenos Aires, de Dragones y del Real Cuerpo de Artillería.

En los años 1806 y 1807 tuvieron una activa participación en la defensa de la ciudad de Buenos Aires contra las Invasiones Inglesas. 

Luego de la Revolución de Mayo, a propuesta del Teniente Coronel Antonio de Olavarría, el 30 de junio de 1810 fue renombrado a Regimiento de Voluntarios de la Patria y participó con 100 efectivos en la formación del Ejército del Norte, que realizó la primera expedición auxiliadora al Alto Perú combatiendo en el Combate de Cotagaita y la Batalla de Suipacha. Estos efectivos junto a los piquetes de húsares y dragones formaron por orden de la Primera Junta del 3 de noviembre de 1810 el Cuerpo de Dragones Ligeros de la Patria (o del Perú).

En 1810 se sucedieron como jefes: teniente coronel Esteban Hernández, coronel Antonio de Olavarría (rehabilitado por la Junta luego de su participación en la fuga de Beresford) y coronel Antonio González Balcarce. En febrero de 1812 fue renombrado como Voluntarios de Caballería de la Frontera, pasando parte de sus tropas al Regimiento de Dragones de la Patria. Participaron en las batallas de Salta y Tucumán y en el Combate de las Piedras.

Blandengue, por Eleodoro Marenco
Blandengue, por Eleodoro Marenco.

Tras haber sido suprimido, el 6 de diciembre de 1816 el director supremo Juan Martín de Pueyrredón restableció el Regimiento de Caballería de la Frontera.

En el Cruce de los Andes participó como fuerza de distracción un destacamento de 25 blandengues y 30 milicianos del sur de la provincia de Mendoza que custodiaban el Fuerte de San Carlos al mando del capitán José León Lemos. Fue la última columna en partir, el 19 de enero de 1817, y la más reducida. Su misión consistió en cruzar a Chile por el Paso del Portillo y sorprender a la guardia realista del fuerte de San Gabriel en el Cajón del Maipo, a pocas leguas al swr de Santiago de Chile. Lemos practicó el cruce por la cordillera por el boquete de Piuquenes pero las malas condiciones del tiempo le impidieron copar la fuerza realista y así ésta pudo escapar, lo que no importó ya que su objetivo era precisamente causar alarma e inmovilizar tropas al sur de Santiago. Posteriormente, Lemos se reunió con el resto del Ejército de los Andes.

En marzo de 1820 la Junta de Representantes de Buenos Aires dispuso que el Cuerpo de Blandengues de la Frontera se integrara a los Húsares de Buenos Aires, desapareciendo temporalmente la unidad hasta 1822, cuando fue recreada por el gobierno de Martín Rodríguez. 

En 1826 quien fuera nuestro primer presidente Bernardino Rivadavia, (había combatido en las Invasiones Inglesas sirviendo como Teniente en el tercio de Gallegos) realiza algunas modificaciones en el ejército y el veterano cuerpo de Blandengues pasa a llamarse Regimiento de Caballería Nº 6 y disuelve definitivamente a aquellas milicias primeras nacidas en Santa Fe en 1724.

La Gendarmería Nacional, custodia de nuestras fronteras, nace en 1938 y reconoce a los antiguos e históricos cuerpos Blandengues (los grandes olvidados) como a sus antecesores por las funciones igualitarias policiales que hoy realizan: controlar las fronteras, controlar el contrabando, requisas cuando las circunstancias lo requieran, detención de delincuentes, entre otras funciones; seria esta una parte de la antigua fase que cumplían: la policial. La otra, la estructura como ejército, continúa representada hoy en el Regimiento de Caballería de Tanques Nº 6 “BLANDENGUES” unidad que tiene su asiento en la ciudad de Concordia Provincia de Entre Ríos.

Blandengues (1796). Soldado, teniente y capitán

Uniforme


La evolución de la vestimenta debe entenderse dentro de la evolución de los blandengues: primero como tres compañías separadas, luego como cuerpo; luego logrando el título de cuerpo veterano, y con su consolidación, cuando surgen los Blandengues de Montevideo.

Blandengue (oficial)Blandengue (suboficial)

En una primera etapa de la historia de este cuerpo, los blandengues no contaban con un uniforme establecido. Se vestían con la misma ropa que los gauchos de la zona, que por otro lado era ideal para las inclemencias del tiempo y las características del terreno. Pero no poseían prácticamente ni uniforme ni divisa. Hay un caso documentado de un alférez de blandengues que describía su uniforme como un calzón, chupa (la prenda que se usaba debajo de la casaca militar), y chamarra, una prenda de vestir larga, generalmente de cuero y muy abrigada, que llega hasta las rodillas. Todo esto sin ningún tipo de distintivo. Por lo general, los uniformes se desgastaban rápidamente, y sumado a que los soldados debían costearlos (con los consabidos atrasos en los pagos), sucedió que pronto los blandengues se encontraban en una posición precaria con respecto al uniforme. Así, un capitán de blandengues, en 1774, se quejaba que los hombres de la Compañía "La Invencible", estaban "completamente desnudos".

El uniforme establecido en 1760 por el capitán Pedro Nicolás Escribano consistía de casaca corta color azul, con collarín o sobrecuello rojo, solapas y vueltas del mismo color, chupetín y calzón rojo. En la casaca había botones blancos. Sombrero redondo con cinta encarnada cosida en la copa y escarapela. En invierno usaban poncho y en verano chupa y calzón de color blanco.

El reglamento dictado por Vértiz en 1780 expresó:
"(...) conduce igualmente a la buena disciplina, el vestido uniforme y consiguientemente se habrá de precisar a todas las Compañías de Blandengues de la Frontera a que lo costeen según actualmente lo usa la del fuerte de Chascomús (...) sombrero negro con galón blanco, casaca corta y ancha color azul, collarín, solapa, vuelta, chupetín y calzón rojo (...)".
En 1803 su uniforme fue descripto como: casaca corta azul, vuelta, collarín, solapa y calzón encarnado, botón blanco, con un galón estrecho en el collarín.

Armamento


El armamento en la primera etapa, era tan improvisado y dejado de lado como el uniforme. En esta primera etapa los blandengues eran meramente lanceros, contando con armamento ligero, pero nada de armas de fuego, sólo cuchillos y algunos sables. El armamento principal, la lanza, era hecha de caña tacuara, un tipo de caña fina y muy resistente, con punta metálica. Aun así los blandengues fueron muy efectivos contra las partidas indias que asolaban la campaña.

Blandengue con fusil Brownbess con bayoneta

Blandengue (Bayoneta de cubo o borbónica)

Blandengue (Sable largo de caballería)

Luego se dotó al Cuerpo de Blandengues con sables, trabucos, mosquetes, carabinas y pistolas. Los blandengues ya no sólo combatirían como caballería ligera, sino que también patrullando la campaña a caballo (que debían comprar y mantener de su pecunio), y desmontando para combatir si era necesario. Como armamento pesado, se dotó de cañones ligeros para la defensa estática en los fuertes.

Blandengue (cañón de 6 libras)

En su memoria al siguiente virrey Vértiz expresó:
"(...) armados con carabina, dos pistolas y espada, con lo que ejercitados en el fuego, así a pié como a caballo al paso, al trote o al galope, (...)".

Piezas de colección 1


Set de 6 blandengues montados, incluyendo oficial y abanderado, confeccionado en aleación metálica y escala 1/32 (54 mm) por Osvaldo Verón: http://www.msminiaturas.com.ar/

Blandengues, por Osvaldo Verón

Blandengues, por Osvaldo Verón

Blandengues, por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo VerónBlandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón 

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Blandengue por Osvaldo Verón

Pieza de colección 2


La figura exhibida nos presenta a un soldado blandengue a pie, con su típico uniforme.

Fue confeccionada en aleación metálica y escala 1/32 (54 mm) por Miguel Escalante Galain:  http://miguelesmodemil.blogspot.com.ar

Blandengue, por Miguel Escalante GalainBlandengue, por Miguel Escalante Galain

Blandengue, por Miguel Escalante GalainBlandengue, por Miguel Escalante Galain









Guarnición y Presidio de Buenos Aires

Historia



A lo largo del siglo XVII, los últimos Habsburgo concibieron a Buenos Aires como un baluarte defensivo y desestimaron las ventajas que podía ofrecer como enclave en un circuito comercial alternativo al de las Flotas y Galeones. Esto último explica que restringieran las actividades del puerto, al que por medio de sucesivas reales cédulas solo se habilitó para comerciar con navíos de registro provenientes de Sevilla. En cambio, les preocupó la defensa de la ciudad y la reforzaron con el envío periódico de soldados para la guarnición o Presidio, provenientes en su mayor parte de las levas que se realizaban en el centro y norte de España.

Con la llegada de los Borbones al poder, aunque Buenos Aires no perdió su carácter de baluarte militar en la frontera sur del imperio español, ese flujo humano decreció. La guerra de Sucesión española contribuyó a desmilitarizar la plaza, ya que la necesidad de combatientes en la península impidió que nuevas levas reemplazaran las bajas que se produjeron en la guarnición de Buenos Aires a lo largo de más de una década. Cuando Felipe V arribó al trono de España, los índices de militarización de la población todavía eran relativamente altos. En 1700, 12 de cada 100 habitantes de la ciudad eran soldados u oficiales del Presidio: una relación casi idéntica a la que se estableció en Buenos Aires durante la primera invasión inglesa.

El fuerte de San Baltasar de Austria actuó en Buenos Aires como destacamento del ejército de dotación, esto es, del conjunto de unidades militares emplazadas en forma permanente. Las compañías apostadas en esta plaza fuerte, como cualquier otra fuerza de veteranos de la América española, reprodujeron la estructura organizativa de las unidades militares regulares de la península. No obstante, esa organización presentaba algunas peculiaridades de carácter local. Una de ellas era que la jefatura general de las tropas era ejercida por un comisario militar, el Cabo y Gobernador de la Caballería del Presidio. Este cargo fue creado en 1680 por una real cédula de Carlos II y obedecía a la necesidad de evitar que se produjera una vacancia en la conducción militar de la plaza en el caso de muerte o alejamiento del gobernador.

Por debajo del comisario de la caballería, la guarnición porteña contaba con una docena de militares de alto rango. Esta plana mayor estaba conformada por un sargento mayor de la plaza –que usualmente ejercía el rol de castellano y se hallaba a cargo del fuerte–, un condestable, un capitán tenedor de pertrechos, un capitán de artillería, cuatro capitanes de compañías de caballería y cuatro capitanes de compañías de infantería. Todos ellos eran secundados por un conjunto de oficiales de menor graduación.

En junio de 1713, las cuatro compañías de caballería del Presidio sumaban 232 hombres, de los cuales 126 eran soldados, 27 impedidos y reformados (es decir, lisiados y retirados del servicio) y 79 oficiales y suboficiales, entre capitanes, tenientes, alféreces y cabos de escuadra. A las cuatro compañías de infantería, por su parte, las integraban 307 hombres, de los cuales 114 eran soldados, 57 impedidos y reformados y 136 oficiales y suboficiales.

Fusilero de la Guarnición del Presidio de Buenos Aires (1739).
Lámina de Antonio Manzano Lahoz.

El fuerte de San Baltasar de Austria era el epicentro de la vida militar en Buenos Aires. Como es sabido, este estaba ubicado donde hoy se encuentra la Casa Rosada. El pequeño castillejo levantado a comienzos del siglo XVII fue reemplazado en 1671 por otra fortificación que, aunque sucesivas veces reformada, sobreviviría hasta el siglo XIX. Desde que en 1680 los portugueses se instalaron en la Colonia del Sacramento, los gobernadores del Río de la Plata, sensibles a la posibilidad de una invasión, intercambiaron correspondencia con el Consejo de Indias participándole de los muchos defectos que poseía esta fortaleza, cuyos lienzos estaban hechos de tapias de barro. Uno de ellos, Agustín de Robles, informó que el fuerte estaba dotado de tan poca capacidad que no hubiera podido albergar a todos los habitantes de la ciudad en el caso de que esta fuera asediada. Los parapetos, según explicaba, hubieran debido tener unos 20 pies de altura, pero los baluartes eran tan pequeños que sus flancos no pasaban los 16 pies. Las torrezuelas que miraban a la plaza mayor estaban tan cercanas a las casas de los vecinos que a los enemigos les hubiera bastado parapetarse en estas para atacarlas.

Atendiendo a los recurrentes reclamos de los gobernadores, que temían un ataque de la flota inglesa o de sus aliados portugueses, Felipe V envió a Buenos Aires a un ingeniero militar, Joseph Bermúdez, para amurallar la fortaleza y ampliarla, tareas que fueron culminadas en 1720.

Aunque su punto de concentración se hallaba en el fuerte, los soldados debían asistir periódicamente a las guardias apostadas fuera de la ciudad. Por entonces el territorio circundante se hallaba escasamente poblado y aún no operaba en él el sistema de milicias rurales. Una de dichas guardias se hallaba en la boca del Riachuelo, inmediata al puerto, y otras seis se encontraban diseminadas en la jurisdicción de la ciudad, la más lejana de ellas a unas 20 leguas de distancia. Ocasionalmente, también se los envió a cumplir misiones en la Banda Oriental: algunos pasaron a integrar la guardia del fuerte de San Juan y a otros se les encargó que rondaran los campos que circundaban la Colonia del Sacramento y la reducción de Santo Domingo Soriano, ricos en ganado cimarrón. Recién a comienzos de la década de 1720 comenzaron a ser reemplazados en el patrullaje de la campaña por las partidas de milicianos.

Otra medida crucial que tomó Felipe V para afianzar la estructura de dominación colonial en el Río de la Plata fue la de sustraer esta gobernación  del lote de los empleos venales y destinarla a militares de carrera. El primero de esos gobernadores fue Bruno Mauricio de Zabala, quien tomó posesión de su cargo en junio de 1717; lo sucedieron Miguel Fernando de Salcedo y Domingo Ortiz de Rosas. Ellos eran hombres de armas que habían demostrado su probada fidelidad a la causa borbónica y se habían destacado por sus carreras exitosas y por su participación comprometida en las empresas bélicas del rey.

Dragón de la Guarnición del Presidio de Buenos Aires (1739).
Lámina de Antonio Manzano Lahoz.

Cuando Zabala llegó a Buenos Aires en los navíos registro de Andrés Martínez de Murguía, lo acompañaban 300 soldados destinados a cubrir las plazas vacantes de la guarnición. La creciente presencia de los portugueses en la Banda Oriental llevó al gobernador Zabala a juzgar insuficientes los refuerzos que había traído consigo desde la península y lo resolvió a incorporar criollos a las unidades veteranas. Se los reclutó como soldados de las compañías de infantería y caballerías ya existentes, aunque desconocemos en qué número.

La sucesión de empresas bélicas que abstrajeron a Felipe V hasta el final de su reinado no siempre le permitirían ocuparse de enviar refuerzos al destacamento de Buenos Aires, razón por la cual el alistamiento de los criollos se convertiría en una solución apropiada. Pero frente a ese debilitamiento del flujo de efectivos procedentes de España, las autoridades locales propondrían otra opción: la asignación de algunas de las funciones atribuidas a los cuerpos de veteranos a las milicias.

Pieza de colección 1


Fusilero de la guarnición del Presidio de Buenos Aires, confeccionado en aleación metálica y escala 1/32 (54 mm) por Juan Manuel Valea: https://www.facebook.com/modelismo.medida/





Pieza de colección 2


Dragón de la guarnición del Presidio de Buenos Aires, confeccionado en aleación metálica y escala 1/32 (54 mm) por Juan Manuel Valea: https://www.facebook.com/modelismo.medida/



















Las fuerzas militares españolas en el Río de la Plata



Debido a la extensión del Imperio español en América y también por las guerras que dicho Imperio sostenía en Europa, la defensa de los territorios coloniales estaba en manos de tropas permanentes de la zona o transitorias que se asentaban en el lugar y que dependían directamente del virrey o capitán general respectivo.

En el caso del Río de la Plata, el virreinato había sido una creación militar pero su fuerza nunca resultó suficiente, salvo cuando Cevallos se vino en 1777 con un ejército, que se fue con él.

La preocupación constante de los mariscales de campo o brigadieres de los Reales Ejércitos que se sucedieron en el virreinato fue dotarlo de una capacidad bélica suficiente. Por lo menos para defenderse. No podían hacerlo con tropas reclutadas en América, poco disciplinadas y reacias a quedar en las filas, salvo los presidios de negros y condenados de la Fortaleza y la Residencia.
"La experiencia me ha manifestado que el reclutar en este Pais es de ninguna utilidad. Quise practicarlo durante la guerra y observé que lexos de ser conbeniente hera mui perjudicial, pues el que entrava desertava al instante, llevandose la poca ropa de que se le havía provisto, y tal vez algun otro soldado, siguiendo su mal exemplo, por lo que retiré las partidas" (A.G. Simancas, Guerra Moderna, 6830. Carta del Virrey Vértiz a Gálvez, fechada en Buenos Aires a 31 de mayo de 1783, núm. 767 de su correspondencia. Cit. en Ramos Pérez, Demetrio, La bandera de recluta de Galicia para los regimientos del Plata (1784-1800), en AA.VV., "Bicentenario del Virreinato del Río de la Plata", Bs. As., 1977, T. II, p. 8).
Por Real Orden del año 1771, España decidió reorganizar las unidades veteranas de Buenos Aires. Con fecha 26 de abril de 1771 se emitió una Real Orden que estableció:
"Las fuerzas veteranos de guarnición en las provincias de Buenos Aires se componen de: un Regimiento de Infantería, un Regimiento de Dragones, una Compañía de Artillería" (cit. en José Luis Alonso y Juan Manuel Peña: "El Regimiento Fijo de Buenos Aires, 1773", Revista RISTRE, p. 26)
Posteriormente, en 1799 los cuerpos veteranos eran: un regimiento de Infantería (el Fijo), otro de Dragones de caballería, los Blandengues de las fronteras en Buenos Aires, Santa Fe y Banda Oriental, un cuerpo de Artilleros y otro de Ingenieros. En total 1.323 hombres. Sin contar las partidas policiales de los alcaldes de Hermandad.



Real Cuerpo de Ingenieros en el Río de la Plata.

Analizaremos cada uno de ellos por separado.







Regimiento Fijo de Buenos Aires (1780)


Historia


El Regimiento de Infantería fue llamado "de Buenos Aires", siendo su carácter de "fijo", por pertenecer a ésta. Su composición de dos batallones con el mismo número de compañías y plazas, era similar al que contaba la fuerza peninsular. Su misión era la defensa de la plaza y demás puntos fortificados permanentes y la guarnición de ciudades y lugares importantes de las costas.

El "fijo" se conformó con las ocho compañías y los cuatro piquetes de tropas de los batallones antiguo y moderno de Buenos Aires, y con la compañías del Batallón Santa Fe, quedando estas últimas unidades disueltas.

El Batallón de Infantería había sido creado en España en el año 1764 con el nombre de Buenos Aires y traído a esta ciudad junto con el Regimiento de Mallorca, completando sus plazas con elementos de este Regimiento y del Regimiento de Voluntarios de Cataluña, siendo su fuerza de dos batallones; el primero de ellos formado en 1767 y que se llamaría nuevamente en 1769 "de Buenos Aires".

En diciembre de 1768 fue formado por el gobernador Bucarelli el Batallón de Infantería Antigua de Buenos Aires, con la tropa correspondiente a las 8 compañías y cuatro piquetes sueltos fijos (de la tropa antigua) en esta provincia. Por la Real Orden del 26 de abril de 1771, efectivizada el 1 de abril de 1772, fue creado el Regimiento de Infantería de Buenos Aires al fusionarse el Batallón de Infantería de Buenos Aires (llamado moderno) con el Batallón de Infantería Antiguo de Buenos Aires (llamado antiguo) y el Batallón de Santa Fe. Parte del Regimiento de Mallorca y de los Voluntarios de Cataluña se integraron al regimiento totalizando un efectivo de 1377 plazas.
"En la capital del Río de la Plata estaba de guarnición el Regimiento Fijo de Infantería, así denominado desde 1771 por quedar en la ciudad para su custodia permanente; y es ocasión de explicar que antes se llamaba «presidio» a los cuarteles fortificados (como lo fue el de Buenos Aires), sin la connotación penal que reviste en la actualidad" (Ruiz Moreno, Isidoro J., "Campañas militares argentinas, Ed. Emecé, Buenos Aires, 2005, T. I, p. 20).
Los oficiales y sargentos, llegaron con el objetivo de formar asambleas de las tres armas –infantería, dragones y artillería–, destinadas a instruir a la tropa. 
"En estas unidades se establecían «asambleas», conjunto de oficiales y suboficiales para la instrucción de reclutas. La formación de los oficiales tendría lugar en las «academias» de cada cuerpo"  (Ruiz Moreno, Isidoro J., "Campañas militares argentinas, Ed. Emecé, Buenos Aires, 2005, T. I, p. 21).
En un resumen que detalla las fuerzas existentes el 1 de febrero de 1772, figuran transferidos del 2º Batallón del 2º Regimiento de Cataluña –llamado Batallón Voluntarios de Cataluña–, la cantidad de 261 hombres al Regimiento de Infantería Fijo de Buenos Aires.

El 1 de abril de 1772, el gobernador Vértiz informaba al ministro Arriaga de la completa formación del "Fixo" o Fijo de Buenos Aires. Para completar la totalidad de su planta se volvió al recurso de tomar 330 hombres del Mallorca y 327 del Voluntarios de Cataluña.

El 2 de marzo de 1773 llegó de España el coronel don Miguel de Tejada, para tomar el mando del llamado Regimiento Fijo de Buenos Aires. El mes siguiente, arribaron a Buenos Aires 161 hombres enviados por el rey para completar el Regimiento.

Si bien la organización, disciplina e instrucción eran similares a las que se realizaban en la Península, no se las encuadraba como cuerpos del Ejército Español, a pesar de ser una unidad fija e inamovible, sino que figuraba como una fuerza particular de los dominios de Indias.

Granadero, fusilero y gastador, con el uniforme original de 1772.

La planta efectiva del Regimiento Fijo de Buenos Aires era entonces la siguiente:

  • 2 batallones.
  • 63 oficiales.
  • 1377 suboficiales y hombres de tropa.
En el año 1789 quedó organizado el 3º Batallón del Fijo con plazas que se tomaron del Batallón Extremadura y del Regimiento Burgos. Además estos regimientos debían volver a España dado que habían cumplido su período de relevo, que era de cuatro años.

La unidad orgánica de la infantería era el regimiento que siempre consistía de dos batallones, aunque en ocasiones también podían ser de tres batallones, como en el caso del Fijo de Buenos Aires. Un Regimiento estaba al mando de un coronel que era el jefe, siendo a su vez jefe del 1º Batallón. No tenía plana mayor, ya que contaba con la del 1º Batallón.

La planta del Batallón consistía:
  • Un sargento mayor, tercer o cuarto jefe del Regimiento, según la plaza de dos o tres batallones.
  • Un ayudante mayor.
  • Un subteniente de bandera, y otro agregado con el mismo carácter.
  • Un capellán.
  • Un cirujano.
  • Un cabo de gastadores.
  • Seis gastadores.
  • Un tambor mayor
  • Dos pifanos.
  • Un maestro armero.
Además, cada batallón contaba de nueve compañías –una de granaderos y ocho de fusileros–, siendo la compañía de granaderos compuesta de 3 oficiales y 53 granaderos y la de fusileros compuesta de 3 oficiales y 67 fusileros.

La plana mayor del 2º Batallón, sin el coronel y el sargento mayor, estaba a las órdenes de un teniente coronel que además tenía el cargo de segundo jefe del Regimiento. Otro teniente coronel mandaba el tercer batallón y tenía la misma plana mayor que el 2º batallón.

Fusilero del Regimiento Fijo,
con el uniforme establecido en 1778.

Una relación de vestuario de fecha 20 de enero de 1790 dice que el Regimiento era veterano y que constaba de tres batallones, el sueldo era satisfecho por la Real Hacienda, debiéndosele administrar su vestuario, remitidos desde España y siendo su acantonamiento las plazas de Buenos Aires y Montevideo.

El cuartel mayor era el de Montevideo, con 727 soldados, el punto más vulnerable en un ataque enemigo. No lo era tanto Buenos Aires, por la escasa profundidad del río: con la batería de la Ensenada, algunos trenes volantes de artillería a caballo y pocas compañías del Fijo y Dragones se estimaba suficientemente protegida de tropas veteranas. Lo demás se dejaba, teóricamente, a milicias sin instrucción ni armas.

También el Fijo contó con guarniciones destacadas en Montevideo, en el Fuerte San Miguel, en la Fortaleza de Santa Teresa, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Asunción Maldonado, islas Malvinas, isla Martín García, Fuerte de Santa Tecla y la costa patagónica. Tres compañías del regimiento concurrieron a la campaña contra Tupac Amaru II en 1781 y quedaron como guarnición en Salta, Oruro, Potosí y Chuquisaca hasta 1805.

En Buenos Aires el Fijo tuvo su cuartel en el edificio de las Temporalidades, antigua residencia de los jesuitas, actual calle Perú entre Moreno y Alsina (Facultad de Ciencias Naturales).

Para su reclutamiento no se contaba con los criollos sino como se mencionó anteriormente con reclutas provenientes de regimientos de la Península, habiéndose establecido para ello una "Partida de reclutamiento", con plaza en la ciudad de La Coruña (Galicia), compuesta de un oficial, dos sargentos, cuatro cabos y ocho soldados. A pesar de este establecimiento de la recluta nunca fue posible completar los cuadros del modo necesario. Existía un servicio como pena dado que se destinaba a los cuerpos de América individuos del Ejército español de mal comportamiento en sus filas, desertores, etc. 

Por Real Orden del 18 de mayo de 1783 a los catalogados como vagos dentro de la sociedad, se los castigaba con su deportación. Como ejemplo mencionemos que a la llegada del Regimiento Burgos, trajo un contingente de 450 hombres de calificación "vagos de leva honrada". De ellos, 347 fueron destinados al Regimiento Fijo de Buenos Aires.

Como la guerra no permitió en 1799 la remesa de gallegos enganchados, se trató de suplirlos con criollos, lo cual no dio resultado.

Capitán del Regimiento de Infantería de Buenos Aires, 
Comandante de la Partida, y Recluta (1804).

El Regimiento Fijo tenía un efectivo orgánico de 2065 hombres, pero en agosto de 1802 se había reducido a 876 hombres. En 1803 los comandantes eran el coronel Félix de Iriarte, el teniente coronel Pedro de Arce y el teniente coronel José Ignacio de Merlos. El fusil y la bayoneta eran sus armas características.

Desde 1772 el Regimiento usó como uniforme la casaca y cabos blancos, chupa y vueltas azules. En 1778 se los uniforma nuevamente con casaca, forro, chupa y calzón azules, vueltas y collarín encarnados y botón de plata. Este uniforme fue utilizado hasta principios del siglo XIX.

Las banderas del Regimiento Fijo de Buenos Aires eran de color enteramente blanco. La llamada coronela portaba en el centro las armas de Castilla y la cruz de Borgoña. La bandera sencilla era de color blanco, pero tenía solamente la cruz de Borgoña en color rojo y en el ángulo superior el escudo propio de la región.

Abanderado y sargento mayor del Regimiento Fijo,
con el uniforme original de 1772.

Pieza de colección


La figura exhibida es un fusilero del Regimiento Fijo de Buenos Aires, con el uniforme establecido en 1778. 

Fue confeccionada en metal, en escala 1/35 (54 mm), por Miguel Escalante Galain: http://miguelesmodemil.blogspot.com.ar/











Regimiento de Mallorca


Historia


El Regimiento de Infantería Mallorca Nº 13 tiene origen y antigüedad en el año 1682, recibiendo su primera denominación como "Tercio Nuevo de la Armada y del Mar Océano", hasta que en 1704 cambia por la de "Regimiento Nuevo de la Armada y del Mar Océano", aunque también es conocido con el nombre del título que ostentaba su Coronel "Regimiento de la Santa Cruz". Con las resoluciones de Felipe V para poner nombre a los Regimientos fijos, se le otorga el de "Regimiento de la Armada Nº 1", hasta que en 1718 tomó el nombre de "Regimiento de Infantería Mallorca Nº 14".

Oficial, tambor y granadero del Regimiento de Mallorca (1755).

Cambia sucesivamente de numeración adoptando los nombres de "Regimiento de Infantería Mallorca Nº 19" en 1741; "Regimiento de Infantería Mallorca Nº 18" en 1769 y "Regimiento de Infantería Mallorca Nº 20" en 1815, año en que se incrementa el regimiento con el nuevo cuerpo conocido como Segundo de Vizcaya y en 1818 se le agrega un batallón del disuelto Regimiento Hibernia.

El 5 de febrero de 1765 el Regimiento de Infantería de Mallorca, con 2 batallones y un total de 1200 plazas, se embarcó rumbo al Río de la Plata.

Participa de la toma de la colonia de Sacramento y, tras la revolución de los colonias británicas, es trasladado a América del Norte donde se destacará en lainvasión de Florida, toma del fuerte de Natchez y conquista de la plaza de Pensacola.

Fusilero y Capitán del Regimiento de Mallorca (1808).


Piezas de colección


Oficial y tropa del Regimiento de Infantería de Mallorca, confeccionados en aleación metálica y escala 1/32 (54 mm) por Miguel Escalante Galain: http://miguelesmodemil.blogspot.com.ar/










Regimiento de Dragones de Buenos Aires


Historia


La caballería veterana estaba representada por dos cuerpos militares, los Blandengues -ya analizados más arriba- y el Regimiento de Dragones de Buenos Aires o Regimiento Fijo de Caballería, que se dividía en 4 escuadrones, cada uno de los cuales tenía 3 compañías. Su jefe era un coronel, secundado por un teniente coronel, quien era jefe del segundo escuadrón y de una de sus compañías. Dado que podían combatir montados o a pie, sus armas eran la carabina, la bayoneta, la espada y la pistola.

En 1744 existía en Buenos Aires un cuerpo de dragones compuesto por 8 compañías con 77 plazas cada una.

Dragón de Buenos Aires (1755).

Creación del regimiento


Creado como Regimiento Provisional de Dragones de Buenos Aires en 1770, fue reorganizado en 1772, cuando el Río de la Plata era parte del virreinato del Perú. Parte del Regimiento de Mallorca y de los Voluntarios de Cataluña se integraron al regimiento. Estaba en su mayoría conformado por españoles.

Para 1774 había en Buenos Aires 8 compañías de dragones con 77 hombres cada una, totalizando 516 plazas. En 1803 su comandante era el brigadier José Ignacio de la Quintana, secundado por el coronel Manuel Gutiérrez y el sargento mayor coronel José María Calazeyte.

Su uniforme constaba de casaca, capa y mantilla azules, chupa, calzón, y vuelta encarnadas con una pequeña solapa azul en la chupa, botón dorado.

Los Dragones tenían sus cuarteles en Florida entre Córdoba y Viamonte (actual galería Pacífico).

Organización


Los oficiales se formaban ingresando como cadetes, debiendo pertenecer a la nobleza o ser hijo de un oficial (mínimamente de una capitán) o nieto de un teniente coronel como mínimo. Los soldados de la tropa eran por lo general reclutados en España, sirviendo durante 8 años. Podían provenir de un sorteo realizado en su provincia de origen o ser voluntarios enganchados o reenganchados. Otros eran reclutados como castigo a manera de deportación, aplicándose el mismo sistema para los criollos sin ocupación conocida.

El regimiento estaba constituido por 4 escuadrones, cada uno de los cuales tenía 3 compañías. Su jefe era un coronel, secundado por un teniente coronel, quien era jefe del segundo escuadrón y de una de sus compañías.

Estandarte del Regimiento de Dragones de Buenos Aires (c. 1772).

Una real cédula en 1783 autorizó al virrey a crear una bandera de reclutamiento en La Coruña (Galicia), para recibir voluntarios para los regimientos de Infantería y Dragones de Buenos Aires. En 1802 los Dragones tuvieron otra bandera en Málaga.

En la relación del virrey Gabriel de Avilés y del Fierro a su sucesor Joaquín del Pino, escribió el 21 de mayo de 1801: "El Regimiento de Dragones que, en su formación fué de cuatro escuadrones, hoy se halla bien diminuto". Indicando también que todo el regimiento se hallaba en la Banda Oriental.

Según un informe de Félix de Azara de 1801, este regimiento debía contar con 721 plazas europeas, de acuerdo a lo dispuesto en su erección.

En 1803 el coronel era el brigadier José de la Quintana, el teniente coronel era el coronel Manuel Gutiérrez, y el sargento mayor el coronel José María Calazeyte.

En 1809 estaban en la guarnición de Buenos Aires 27 jefes y 202 soldados del regimiento.

Campañas militares previas a las invasiones inglesas


El 7 de noviembre de 1773 el entonces gobernador Vértiz de Buenos Aires salió de campaña desde Montevideo por la frontera de la Banda Oriental con el Brasil, llevando entre sus fuerzas 160 hombres Regimiento de Dragones de Buenos Aires.

Regimiento de Dragones de Buenos Aires (1790).

En 1781 fue enviada al Alto Perú por el virrey Vértiz una fuerza al mando de Ignacio Flores para colaborar en la sofocación de la rebelión de Túpac Amaru II. Formaban parte de la expedición soldados del Regimiento de Dragones de Buenos Aires.

Desde 1784, al dar comienzo en Buenos Aires por órdenes del Virrey Juan José de Vértiz y Salcedo la Causa de Oruro, este regimiento estuvo a cargo de la custodia de los reos de la rebelión de 1781 en Oruro, que se había gestado en forma paralela y simultánea con la rebelión de Túpac Amaru II, aunque luego, debido a su contenido social fuertemente criollo, había seguido su propio curso insurgente. La custodia por parte del Regimiento de Dragones de los llamados calabozos de Oruro, situados en la actual Manzana de las Luces, duró toda la larga causa finalizada en 1801.

Invasiones inglesas


Ante la inminencia de una invasión británica, el virrey Rafael de Sobre Monte trasladó a Montevideo a las escasas fuerzas veteranas de Buenos Aires (entre ellas a los dragones), creyendo que esa ciudad sería el blanco del ataque. En Buenos Aires convocó a las milicias, que no pudieron resistir a los invasores que tomaron la ciudad. En julio de 1806 el gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro, organizó las fuerzas que comandó Santiago de Liniers para liberar la capital, formando parte de la Fuerza Expedicionaria, según la relación firmada por Liniers en Colonia el 3 de agosto, 3 compañías del Regimiento de Dragones de Buenos Aires al mando del coronel Agustín de Pinedo con 216 hombres. Esa fuerza, reducida a 196 hombres, estaba de guarnición en Buenos Aires en octubre de 1806 al mando de Florencio Núñez. Producida la reconquista de la ciudad, el comandante de la unidad, capitán Agustín Arenas, participó en la Junta de Guerra presidida por Liniers que decidió convocar a la formación de las milicias permanentes de Buenos Aires.

Durante la Segunda invasión inglesa al Río de la Plata, el regimiento al mando del coronel Pinedo participó en la defensa de Montevideo el 3 de febrero de 1807, cuando las fuerzas británicas asaltaron y tomaron la ciudad.

Capitán del Regimiento de Dragones de Buenos Aires.

El 7 de junio de 1807 las fuerzas españolas comandadas por Francisco Javier de Elío, procedentes de Buenos Aires, se aprestaban a asaltar Colonia del Sacramento, cuando fueron atacadas y derrotadas por el teniente coronel Denis Pack en el Combate de San Pedro. Los dragones formaban parte de la División de Elío.

El 4 de julio de 1807 se produjo el ataque británico a Buenos Aires, en la defensa de la ciudad comandada por Liniers se hallaban al mando de Núñez 100 dragones a pie del regimiento, formando parte de la División de Reserva a cargo de Juan Gutiérrez de la Concha.

El 13 de enero de 1809 la Junta Suprema de Sevilla dispuso en nombre del rey premiar a los oficiales de los distintos cuerpos veteranos y milicianos de Buenos Aires reconociendo los grados militares que se les había otorgado:
REGIMIENTO DE DRAGONES DE BUENOS AIRES.

Grado de Teniente Coronel.—A los Capitanes don Florencio Nuñez, don Manuel Martínez, don Ambrosio Pinedo, don Manuel Alvarez y don Mariano Larrazabal.
De Capitán.—Al Ayudante don Juan Manuel Marín, y á los Tenientes don Pedro García, don Pedro Alcántara Ruiz, don José Arenas y don Antonio Perez.
De Teniente.—A los Alféreces don Francisco Castellanos, don Juan Zamudio y don José Acebey.
De Alférez.—A los Cadetes don Enrique Martínez, don Agustín Pinedo, don Mariano Rodon y don Mariano Larrazabal.

Alto Perú


Para sofocar las revueltas de Chuquisaca y La Paz, el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros envió desde Buenos Aires un contingente al mando de Vicente Nieto y del coronel de marina José de Córdoba, el que partió el 4 de octubre de 1809. Fueron organizadas tres divisiones con veteranos del Regimiento Fijo de Infantería, Dragones y de Artillería, junto con una compañía de marina y otras de patricios, arribeños, montañeses, andaluces y artilleros de la Unión, pero al llegar al Alto Perú no hizo falta que entraran en combate.

Dragón y Fusilero de los Regimientos veteranos 
de Dragones y Fijo de Buenos Aires (c. 1790).

Desde la Revolución de Mayo


Desde el 25 de mayo de 1810, las subunidades del regimiento presentes en Buenos Aires se integraron a las Provincias Unidas del Río de la Plata, manteniéndose como regimiento, pese a que su jefe (brigadier José Ignacio de la Quintana) habían apoyado al virrey Cisneros. El 30 de julio de 1810 la Primera Junta ordenó dar de baja a los oficiales y tropas de Dragones que se hallaban en Montevideo a las órdenes del gobierno realista de esa plaza.

50 soldados del Regimiento de Dragones de Buenos Aires con sus oficiales integraron la primera expedición auxiliadora al Alto Perú, conformando el luego llamado Ejército del Norte.

10 Dragones destacados en las Misiones formaron parte de la Expedición de Belgrano al Paraguay en la División del coronel Tomás de Rocamora.

Junto con el Regimiento de Infantería de Buenos Aires, el 3 de noviembre de 1810 ambos cuerpos fueron disueltos. Los soldados del Regimiento de Dragones y los Húsares del Rey, se unieron en el nuevo Regimiento de Dragones de la Patria, con 4 escuadrones de 3 compañías cada uno.

Regimiento de Dragones de la Patria.
Lámina de Eleodoro Marenco.

Decreto de disolución:
"Señor Sargento Mayor de la Plaza: habiendo reflexionado la Junta que los Regimiento de Infantería y Dragones de esta provincia, según el estado escasísimo de fuerza en que se halla no pueden servir de utilidad al servicio, siendo por otra parte muy difícil su reorganización, ha decretado su disolución después de maduro examen y resuelto que los Sargentos, Cabos y Soldados del primero pasen al de América y los del segundo a los Húsares del Rey. 
El destino de los oficiales que antes pertenecían a estos cuerpos disueltos será el siguiente: (...) El Coronel del Regimiento de Dragones, D José Ignacio de la Quintana, queda retirado, e igualmente que el Sargento Mayor Agustín Pinedo; el Ayudante Mayor D Juan Manuel Marín; los Tenientes D Antonio Pérez, D Pedro Nolasco García y D Cristobal Minguez y el Alférez D Salvador Moreira. El Capitán D Florencio Nuñez queda retirado, e igualmente que el Sargento Mayor Agustín Pinedo de la Administración de la Estancias del rey. Todos los demás oficiales marcharán al Perú para incorporarse en el nuevo Regimiento, que con el título de Caballería Ligera a resuelto también la Junta formar en la referida expedición, y solamente quedará en esta capital el Capitán D José Palavecino, como capitán Cajero de estos dos últimos años hasta que se liquiden y rindan las cuentas del cuerpo, y D José María Escobar, que hace las funciones de Edecán de la Junta. 
De todas las tropas destinadas a la Expedición del Perú y nuevas agregaciones que han habido, se formarán dos Regimientos: uno de Infantería con la denominación de Regimiento de Infantería 6 y otro de Caballería con el título de Caballería Ligera. 
Para jefes del primero se ha nombrado (...) Para segundo se ha nombrado al Teniente Coronel D Juan Francisco Borges, por Teniente Coronel, y al Capitán del Real Cuerpo de Artillería Volante, D Toribio de Luzuriaga, por sargento Mayor, debiendo tenerse entendido que todas las tropas que existen en la referida expedición al Perú quedan separadas de los Cuerpos de esta guarnición a que pertenecían, a excepción de las Campañas del Regimiento de Húsares del Rey y del de Castas, pues éstas no estarán en las fuerzas de los nuevos Regimientos y estarán sujetas a sus respectivos Cuerpos a donde han de retirarse cuando convenga.Todo lo cual prevengo a Vuestra Merced de acuerdo de la Junta, para que lo haga entender en la Orden General de la Plaza. 
Dios guarde a Vuestra Merced. 
Buenos Aires, 3 de noviembre de 1810. 
Cornelio Saavedra, Coronel".

Pieza de colección


Dragón del Regimiento de Buenos Aires (c. 1800), confeccionado en aleación metálica y escala 1/32 (54 mm) por Miguel Escalante Galain: http://miguelesmodemil.blogspot.com.ar/













Real Cuerpo de Artillería (1800)


Antecedentes


La artillería veterana —profesional— dependía del Real Cuerpo de Artillería creado en España en 1710.

Una real instrucción del 28 de noviembre (otras fuentes dicen el 7 de julio) de 1764 mandó establecer las milicias provinciales en la gobernación del Río de la Plata:
  • Compañía de Artillería Provincial: con 2 tenientes, 2 alférez, 4 sargentos, 8 cabos y 88 soldados.
  • Compañía de Maestranza Provincial: con un capitán, un teniente, un alférez, 2 sargentos, 3 cabos y 55 soldados.
Esas milicias dependían del Real Cuerpo de Artillería y secundaban a los veteranos.

En la expedición del gobernador Juan José de Vértiz y Salcedo a la Banda Oriental y Río Grande en 1773 participó una compañía de artillería de 20 hombres.

En 1774 llegaron a Buenos Aires 47 artilleros del Real Cuerpo de Artillería. En 1776 se produjo la expedición militar de Pedro de Ceballos contra los portugueses y la instauración del virreinato del Río de la Plata. Con la expedición llegó al Río de la Plata una fuerza del Real Cuerpo de Artillería al mando del brigadier Rudesindo Tilli, con 148 hombres.

El jefe de artillería en el virreinato era un comandante general. Sólo hubo dos compañías en el virreinato, una basada en el Fuerte de Buenos Aires y otra en Montevideo, las cuales hacia 1800 se hallaban distribuidas en piquetes ubicados en:
  • Montevideo, 103 hombres
  • Buenos Aires, 40 hombres
  • Maldonado, 16 hombres
  • Isla Gorriti, 15 hombres
  • Carmen de Patagones, 10 hombres
  • Cerro Largo, 8 hombres
  • Colonia del Sacramento, 7 hombres
  • Santa Fe, 3 hombres
  • Fortaleza de Santa Teresa, 2 hombres
  • Paraguay, 1 hombre
Posteriormente, la artillería y el parque se acantonaban en el Retiro (actual plaza San Martín) junto a la recientemente construida "Plaza de Toros". Este terreno se encontraba algo más elevado que el resto de la ciudad y desde allí podía divisarse el aislado convento de la Recoleta.

El uniforme de las compañías veteranas de artillería era el mismo que el del Real Cuerpo de Artillería de España.

Las baterías contaban de cañones de hasta un calibre de 8 libras y obuses de 6 pulgadas. Se agrupaban en divisiones de tren volante, generalmente formadas por 4 cañones y dos obuses. Existían también morteros y pedreros.


Modificaciones de Vértiz


El virrey Vértiz, quien gobernó entre 1778 y 1784, dispuso varias modificaciones. La Compañía de Artillería Provincial de Buenos Aires llevó sus plazas a 100 soldados y creó otra compañía en Montevideo con 150 soldados.

Milicias existentes hacia la década de 1780:
  • Compañía de Artillería Provincial de Buenos Aires.
  • Compañía de Artillería Provincial de Montevideo.
  • Compañía de Artillería de Mendoza.
  • Compañía de Artillería de Asunción, con 70 hombres.
Hacia 1779 había 11 fuertes y guardias con artillería en la costa alta del río Paraguay y 13 en la costa baja, es decir al norte y al sur de Asunción.

En 1796 fue organizada la artillería volante o de a caballo, aunque era preferida la mula como transporte.

Reglamento de milicias de 1801


Las milicias fueron reorganizadas a partir del "Reglamento para las Milicias, disciplinas de Infantería y Caballería del Virreynato de Buenos Ayres, aprobado por S. M. y mandado observar inviolablemente", aprobado por real cédula del 14 de enero de 1801.

Artillería miliciana.

Cuadro de milicias de artillería regladas por el Reglamento de 1801:
CompañíaLocalizaciónCapitánTenientesSubtenientesPlazas
Compañía de Milicias de Artillería de
Buenos Aires
Buenos Aires
1
2
3
150
1° Compañía de Milicias de Artillería de Montevideo
Montevideo
1
1
2
115
2° Compañía de Milicias de Artillería de Montevideo
Montevideo
1
1
2
115
Compañía de Milicias de Artillería de Maldonado
Maldonado
1
1
1
100
Compañía de Milicias de Artillería de Colonia del Sacramento
Colonia del  Sacramento
1
1
1
80
Compañía de Milicias de Artillería de Mendoza
Mendoza
1
1
1
54
Compañía de Milicias de Artillería de Potosí
Potosí
1
1
1
62
Compañía de Milicias de Artillería del Paraguay
Intendencia
del Paraguay
1
1
1
50
Compañía de Milicias de Artillería de Pardos Libres del Paraguay
Intendencia
del Paraguay
1
1
1
50
TOTAL
9
9
11
12
776

Las 776 plazas incluían sargentos, cabos y tambores. Las unidades dependían del comandante y oficiales del Real Cuerpo de Artillería para su gobierno, instrucción y arreglo.

La Compañía de Buenos Aires tenía un piquete en la Ensenada de Barragán, con 24 plazas a cargo de un subteniente. En Buenos Aires, la artillería y el parque se acantonaban en el Retiro (plaza San Martín) junto a la recientemente construida "Plaza de Toros".

No fueron disciplinadas las dos compañías de naturales de artillería existentes en Montevideo:
  • Compañía N° 1 de Naturales de Artillería de Montevideo: con 105 plazas, más un capitán (a cargo de las 2 compañías de artillería de naturales), un teniente y 2 subtenientes.
  • Compañía N° 2 de Naturales de Artillería de Montevideo: con 105 plazas, más un capitán, un teniente y 2 subtenientes.

Del Real Cuerpo de Artillería dependían no sólo las tropas de combate y guarnición sino también fábricas de pólvora, de fusiles y pistolas, de piedras de chispa y armas blancas, fundiciones de artillería de bronce, de municiones de hierro colado, maestranzas y parques de artillería.

Todo este entramado necesitaba de una infraestructura administrativa capaz de controlar las existencias, las entradas y salidas de material y su capacidad operativa.  Y era el Cuerpo de Cuentas y Razón de Artillería el encargado de efectuar este control.

Contador de Cuentas y Razón de Artillería.

La Ordenanza de Artillería de 1802 dedica el segundo Reglamento al Cuerpo de Cuenta y Razón de Artillería, creando el cargo de Comisario de Guerra de Artillería.

En el Río de la Plata existía el Cuerpo Político de Artillería, que eran funcionarios civiles, teniendo en Buenos Aires un contralor y en Montevideo un ayudante de contralor. En ambas plazas había un guardaalmacén y su ayudante, y un maestro mayor de montajes.

Comisario de Guerra de Artillería y Guarda-almacén extraordinario.

En los reglamentos de Artillería para Indias y Canarias de 1808 se describen los uniformes:
"El uniforme de todas las clases del Cuerpo de Cuenta y Razón de Artillería de América será el que está señalado para las del mismo ramo en la Península, á saber: el de los Comisarios de Guerra y los de Artillería el que usan los Comisarios de Guerra del Exército: el de los Guarda-Almacenes ordinarios, casaca y calzón azul, vuelta, collarín, chupa y forro encarnado , con tres estrellas de plata bordadas en las vueltas: el de los Extraordinarios solo tendrá dos estrellas: el de los Escribientes, casaca, chupa, calzón y forro azul; vivo encarnado y tres botones en las vueltas de la casaca; en los de número serán las vueltas y collarín encarnado, y en los Meritorios azul. Todas las expresadas clases llevarán en la casaca el distintivo de la granada, y el boton con la inscripción: Real Cuerpo de Artillería".

Año 1803


El comandante general de artillería en 1803 era el coronel Francisco Orduña y ayudante mayor el teniente coronel Francisco Javier de Reyna. La Compañía de Milicias de Artillería de Buenos Aires estaba al mando del capitán Juan Viola, y las dos de Montevideo a cargo del capitán de la 1° teniente coronel graduado Miguel Ignacio de la Cuadra, con un ayudante en la 2°. Las compañías de naturales de Montevideo estaban al mando del capitán de la 1°, Atanasio Taliche. La de Maldonado, del capitán Miguel O'Ryan; la de Colonia del Sacramento, del capitán Manuel Delgado; la de Mendoza, del capitán José de Susso; la de Potosí, del capitán Manuel de Bulucúa; las dos del Paraguay, a cargo del capitán de la de españoles, García Rodríguez Francia. El piquete de la Ensenada de Barragán estaba al mando del subteniente Gabriel José López Osornio.

Reorganización de las milicias de artillería en 1804 y 1805


Un real orden del 29 de abril de 1804 mandó que las 11 compañías milicianas de artillería existentes en el virreinato se redujeran a 4 de 100 plazas, cada una con 4 cabos primeros, 4 cabos segundos y 88 artilleros segundos. Las unidades subsistentes quedaban en Buenos Aires, Montevideo, Maldonado y Colonia del Sacramento, pasando el resto a integrar unidades de infantería.

Otra real orden del 5 de mayo de 1805 dispuso restablecer 3 unidades de artillería milicianas, quedando así 5 compañías de 100 hombres cada una en Buenos Aires, Montevideo (2), Maldonado y Paraguay. Dos compañías de 60 hombres quedaban en Mendoza y Colonia del Sacramento. Tenían 3 cabos primeros, 5 cabos segundos y 52 artilleros segundos.

La dependencia e instrucción seguía a cargo del Real Cuerpo de Artillería.

Real Cuerpo de Artillería del Río de la Plata.

Banda Oriental


La plaza de Montevideo estaba bajo el mando militar del gobernador, del que dependía hacia 1802 las fuerzas de artillería de la plaza:
  • 2 compañías de milicias del Real Cuerpo de Artillería, con 115 plazas cada una, al mando de Miguel Ignacio de la Quintana.
  • 2 compañías de naturales del Real Cuerpo de Artillería, con 105 plazas cada una, al mando de Atanacio Faliche.
El comandante militar de Colonia (Enrique de la Have Saint-Hilaire) disponía de una Compañía de Artillería con 80 plazas al mando de Manuel Delgado.

El comandante militar de Maldonado (Ramírez de Arellano) disponía de una Compañía de Artillería con 100 plazas al mando de Miguel Orián.




Oficial de Artilleros de la Unión

Primera Invasión Inglesa


Ante la inminencia de una invasión británica, el virrey Rafael de Sobre Monte trasladó a Montevideo a las escasas fuerzas veteranas de Buenos Aires, creyendo que esa ciudad sería el blanco del ataque. En Buenos Aires convocó a las milicias, que no pudieron resistir a los invasores que tomaron la ciudad.

En julio de 1806 el gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro, organizó las fuerzas que comandó Santiago de Liniers para liberar la capital, conformándose la Fuerza Expedicionaria que contó con una compañía del Real Cuerpo de Artillería al mando del capitán Francisco de Agustini, con 3 oficiales, 2 sargentos, 6 cabos, 2 cadetes, 24 artilleros veteranos, 44 milicianos y 13 voluntarios agregados con 3 cañones de 4 libras y 2 obuses de 6 pulgadas.



Piezas de artillería en octubre de 1806



En octubre de 1806 existían en Buenos Aires 219 hombres del Real Cuerpo de Artillería al mando de José María Pizarro, con 99 piezas de artillería:

  • Tren volante:
    • Cañones de a 4: 17
    • Cañones de a 6: 16
    • Cañones de a 8: 6
    • Cañones de a 12: 10

  • Baterías:
    • Recoleta de a 24: 4
    • Retiro de a 24: 4
    • Muelle de a 24: 6
    • Fortaleza de a 24: 32
    • Residencia de a 24: 4


Cañón de 24 libras arrastrado por bueyes, operado por los
Pardos y Morenos de Artillería y los Jóvenes de la Reconquista.

Unidades milicianas formadas en 1806


Las milicias de artillería sumaban 1142 hombres en octubre de 1806.
  • Cuerpo de Voluntarios Artilleros de la Unión o Cuerpo de Voluntarios Patriotas de la Unión: (395 hombres en octubre de 1806, y luego incluyendo oficiales, 486 hombres) fue organizado y uniformado a costas del Cabildo de Buenos Aires el 8 de octubre de 1806 como agregado al Real Cuerpo de Artillería, de cuyo comandante dependían. Estaba compuesto por 7 compañías de criollos y españoles de 60 hombres cada una. Su primer jefe fue Felipe de Sentenach contando inicialmente 600 voluntarios, el 18 de septiembre de 1806 Liniers lo redujo a 450 plazas. Luego quedó al mando de Gerardo Esteve y Llach. Posteriormente sus compañías tuvieron 65 plazas, incluyendo a los suboficiales. La Plana Mayor tenía un comandante primero, un comandante segundo, un sargento mayor, 2 ayudantes, 2 abanderados, un capellán, un cirujano y un tambor mayor. Cada compañía tenía un capitán, un teniente, un subteniente, un sargento primero, 4 sargentos segundos, 4 cabos primeros, 4 cabos segundos, un tambor y 51 soldados.
Cuerpo de Patriotas de la Unión.
Cuerpo de Patriotas de la Unión.


  • Cuerpo de Artillería de Indios, Pardos y Morenos o Castas de Artillería: (426 hombres en octubre de 1806, al mando de Francisco de Agustini) equipado por el Cabildo de Buenos Aires, al mando del alférez de fragata Domingo de Ugalde con 8 compañías separadas por castas. Fue creado a partir del Batallón de Castas el 21 de noviembre de 1806, del que se sacaron 24 oficiales y 383 soldados de las compañías 2°, 3° y 4° de naturales; 5°, 6°, 7° y 8° de pardos; y 2° de morenos. En junio de 1807, el cuerpo estaba constituido por 4 compañías de pardos, dos de naturales indígenas y 2 de morenos.
Cuerpo de Naturales de Artillería.

  • Milicias Provinciales de Artillería: (100 hombres en octubre de 1806, al mando de José María Pizarro) estaban agregadas al Real Cuerpo de Artillería.

Miliciano de Artillería Provincial.
  • Escuadrón Auxiliar de Caballería de la Real Maestranza de Artillería o Cuerpo de Maestranza de Artillería: (221 hombres en octubre de 1806, al mando de Manuel Rivera Indarte), fue creado el 24 de julio de 1807 con 3 compañías de artesanos. El armero mayor del rey, Rivera Indarte, formó el escuadrón de su pecunio.
Cuerpo de Caballería de la Real Maestranza de Artillería.
  • Menores auxiliares: para ayudar a la artillería se formó el 15 de septiembre de 1806 con menores de más de 10 años la Agrupación de Jóvenes Decentes, Jóvenes de la Artillería o Compañía de Jóvenesque fueron adscritos a modo de auxiliares-cadetes, a los voluntarios de la Unión. Su uniforme era una casaquilla y pantalones azules en los oficiales y pantalón blanco en la tropa. Estos uniformes fueron costeados por suscripción popular.
Oficial de los "Jóvenes Decentes de la Artillería".
Compañía de Jóvenes.
Jóvenes de la Artillería (E. Marenco).

Cuadro de milicias de artillería de la guarnición de Buenos Aires en octubre de 1806.

CuerpoComandantePlazasBatallonesCompañías
Castas de Artillería
Francisco de Agustini
426
1
7
Artilleros de la Unión
Gerardo Esteve y Llach
395
1
8
Cuerpo de Maestranza
de Artillería
Manuel Rivera Indarte
221
1
3
Artillería Provincial
José María Pizarro
100
0
1

Reorganización de las milicias de Buenos Aires


Luego de la asonada del 1º de enero de 1809 comandada por Martín de Álzaga (asonada de Álzaga), fueron disueltas varias unidades milicianas por su participación en la misma. A causa de ello, el 11 de septiembre de 1809 el nuevo virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, mediante una providencia reorganizó los cuerpos urbanos de Buenos Aires:
Artículo 2°: Un batallón de Granaderos, de seis compañías, con igual fuerza en ellas que las anteriores y la misma Plana Mayor.  
Artículo 3°: Un batallón de Artillería volante, en igual fuerza y números de compañías que el antecedente.  
Artículo 11°: Para evitar las rivalidades que suelen introducir la nominación de cuerpos por Provincias cuando no hay un motivo de preferencia en el distinguido mérito que todos contrajeron en las bizarra acciones anteriores, se nombrarán los batallones con el número que se les asigna, a saber: (...) el de la Unión se nombrará de Artillería volante (...)
Como consecuencia de las reformas de Cisneros, el ejército del virreinato en la guarnición de la ciudad de Buenos Aires que llegó al 25 de mayo de 1810, estaba conformado por los siguientes cuerpos veteranos y milicianos de artillería:
  • Cuerpo de Artillería Volante, con 7 compañías, 22 jefes y 291 soldados. Al mando del coronel Gerardo Esteve y Llach.
  • Real Cuerpo de Artillería, con 4 compañías, 6 jefes y 143 soldados. Al mando del coronel Francisco de Orduña.
En la lista de revista del 12 de mayo de 1810 el Real Batallón de Artillería Volante figura con 219 soldados, un comandante, un sargento mayor y 2 ayudantes.


Desde la Revolución de Mayo


El 29 de mayo de 1810 la Primera Junta organizó por decreto las unidades militares de Buenos Aires, elevando a regimientos a los batallones existentes:
Los Batallones Militares existentes se elevarán a regimiento con la fuerza efectiva de 1.116 plazas, reservado la Junta proveer separadamente sobre el arreglo de la caballería y artillería volante.
El 30 de julio de 1810 la Junta ordenó dar de baja a los oficiales y tropas de las compañías 2° y 4° del Real Cuerpo de Artillería que se hallaban en Montevideo a las órdenes del gobierno de esa plaza. El cuerpo quedó con 102 soldados de las compañías 1° y 3° y algunos cuadros de las otras dos.

En julio de 1810 la artillería volante contaba con 48 cañones y 16 obuses de 6 pulgadas y en agosto tenía 343 soldados. Luego de la separación de Esteve y Llach, quedó al mando del teniente coronel Bernabé de San Martín y el 1 de septiembre de 1810 las 7 compañías del Batallón de Artillería Volante fueron incorporadas al Real Cuerpo de Artillería con los mismos privilegios de éste. Al frente de cada compañía se hallaban:
  • 1° Capitán Manuel Pinto, teniente Roque Raurel;
  • 2° Capitán Manuel Ramírez, teniente Ramón Rixas;
  • 3° Capitán Toribio de Luzuriaga, teniente Juan José Ferrer;
  • 4° Capitán Manuel Vidal, teniente Julián Corbera;
  • 5° Capitán Juan Fornaguera, teniente Benito Martínez;
  • 6° Capitán Bernardo Anzoátegui, teniente Luciano Cabral;
  • 7° Capitán Juan Ramón Urien, teniente Felipe Pereyra de Lucena.


Primera expedición al Alto Perú


Entre las fuerzas que partieron de Monte Castro el 9 de julio de 1810 en la Primera expedición auxiliadora al Alto Perú, se hallaban 42 artilleros veteranos con sus respectivos oficiales del Real Cuerpo de Artillería, 64 artilleros de la Compañía N° 7 del Batallón de Artillería Volante, con sus respectivos oficiales, 9 jinetes auxiliares de la artillería para cuidar el tren y la caballada, y 4 piezas volantes y 2 obuses. El comandante designado de esta fuerza combinada de artillería era el capitán Manuel Vidal, pero se excusó de participar en la expedición y la Primera Junta nombró al capitán Diego Solano. Los otros oficiales de la Compañía N° 7 eran el capitán graduado Juan R. Urien, el teniente Felipe Pereyra de Lucena y el subteniente Antonio Bordas.

Luego de sofocada la Contrarrevolución de Córdoba, y antes de continuar su marcha el ejército, el 1 de septiembre de 1810 la Junta ordenó que Solano y Bordas regresaran a Buenos Aires, confiriendo el mando a Urien, y quedando como segundo jefe Pereyra de Lucena (ascendido a capitán el 3 de agosto). La artillería fue reforzada desde Buenos Aires con el capitán Benito Martínez, el teniente Francisco Villanueva y los subtenientes Antonio Giles, Manuel Puch y José Vázquez. Urien marchó en la vanguardia del ejército con Antonio González Balcarce, junto a 2 cañones de 4 y 2 obuses, pero viajando en una columna más retrazada que hizo que Balcarce debiera esperar la artillería en Jujuy en Yavi. La fuerza se encontró en el Combate de Cotagaita (27 de octubre de 1810), participando 24 artilleros y 3 naturales agregados. Allí se perdió un cañón y Urien abandonó su puesto, pese a que los demás artilleros continuaron peleando al mando del sargento Juan Pedro Luna hasta agotar las balas y tener que retirarse. Urien fue separado del mando, y tras recibirse los otros 2 cañones de refuerzo, se produjo la Batalla de Suipacha (7 de noviembre de 1810). En esta batalla participaron los mismos artilleros que en Cotagaita, con el agregado de 7 naturales y 20 dragones para el servivio del tren volante y cuidado de los caballos, todos al mando del teniente Villanueva y del subteniente Giles. Cuatro cañones de la artillería realista fueron agregados tras la batalla.

Pereyra de Lucena marchó con el grueso de las fuerzas a retaguardia sin participar en esas acciones, con 2 cañones, y luego quedó al mando de la artillería del Ejército del Norte. La artillería fue aumentada con cañones tomados a los realistas en el Alto Perú, aumentando también su plazas; en enero de 1811 contaba con 131 plazas, en abril con 145 y en junio con más de 200, con 18 piezas de artillería entre cañones, culebrinas y obuses. Además fue organizada la Compañía de Artillería de Cochabamba, con 56 plazas.

Cuando el ejército se situó en el Campamento de Huaqui, la artillería fue distribuida entre las 4 divisiones, quedando el núcleo principal al mando de Pereyra de Lucena con 12 piezas en la quebrada de Yuraicoragua en las divisiones de Juan José Viamonte y de Eustoquio Díaz Vélez. En la batalla de Huaqui, del 20 de junio de 1811, la artillería perdió 2 cañones y un obús del tren volante llevado desde Buenos Aires y otras 10 piezas tomadas en el Alto Perú, muriendo Pereyra de Lucena y muchos de sus hombres, y quedando heridos Luna y Villanueva. Reagrupadas las fuerzas dispersas, la artillería del Ejército del Norte contaba el 30 de julio de 1811 con 53 plazas, quedando 42 el 31 de octubre en Jujuy, al mando interino del teniente Villanueva y del subteniente Giles, con solo un cañón de a 2 y 5 de a 1. La artillería participó en el Combate de Nazareno del 12 de enero de 1812.

Expedición Libertadora al Paraguay


En la Expedición Libertadora al Paraguay participó un piquete del Batallón Real de Artillería Volante compuesto por el capitán José Ramón de Elorga, 2 sargentos y 20 soldados, con 4 cañones de a 4 y 2 cañones de a 2 del Cuerpo de Blandengues, siendo la dotación total de 120 tiros. El piquete fue luego aumentado con soldados de caballería desmontados y soldados nuevos alistados en Corrientes. Los 6 cañones participaron en la Batalla de Paraguarí (19 de enero de 1811), enviando Manuel Belgrano a Elorga de regreso a Buenos Aires por su conducta en la batalla. El sargento Andrés García fue promovido a teniente y puesto al mando de la artillería. El sargento Juan Salguero fue promovido a subteniente. Los mismos cañones participaron de la Batalla de Tacuarí (9 de marzo de 1811). Luego de cruzar el río Paraná, Belgrano hizo una revista de sus tropas el 21 de marzo de 1811 en Candelaria, en la que figuraban 8 oficiales y 78 plazas de artillería. La artillería fue aumentada con 2 cañones de a 4, uno de a 2 y 4 de a 1 de la División de Misiones, y de a 3 de la División de Corrientes que se le incorporaron para marchar a la Banda Oriental.

Regimiento de Artillería de la Patria.

Primera Expedición Libertadora de la Banda Oriental



Desde Candelaria Belgrano siguió el curso del río Uruguay hasta Concepción del Uruguay. Allí recibió un contingente de artillería desde Buenos Aires comandado por el capitán Juan Ramón Roxas con más de 70 plazas y con los tenientes primeros Juan Martínez y Pablo Zufriategui, los tenientes segundos Manuel Nazar y Francisco Belarde. Transportaron también cañones de a 2, 4 y 8 y obuses de 6 pulgadas. Roxas asumió el mando de toda la División de Artillería destinada a operar en la Banda Oriental, comenzando el cruce del río Uruguay el 3 de abril de 1811. El nuevo comandante, José Rondeau, distribuyó la artillería entre las 5 divisiones que formó en el cuartel general de Mercedes, dejando un cañón de a 8 al comandante de Santo Domingo Soriano, Celedonio Escalada. Dos piezas de artillería participaron de la Batalla de las Piedras (18 de mayo de 1811), comandadas por el teniente Warcalde y el sargento Bartolomé Rivadeneira. El 21 de mayo José Artigas inició el Sitio de Montevideo, al que se sumó Rondeau el 1 de junio. Éste hizo trasladar al sitio desde la Fortaleza de Santa Teresa 3 cañones de a 24 y 2 de a 18 para establecer una batería, pero no pudo ser instalada con ellos, sino que con 2 cañones de a 12 que comenzaron el bombardeo de Montevideo el 20 de junio de 1811.


En octubre de 1811 el gobierno de Buenos Aires firmó el Convenio de Pacificación con el virrey Francisco Javier de Elío, evacuando la Banda Oriental hacia Buenos Aires y devolviendo las piezas de artillería tomadas.

Regimiento de Artillería de la Patria


El 2 de marzo de 1812 el Real Cuerpo de Artillería pasó a llamarse Regimiento de Artillería de la Patria. El cuerpo incorporó todos los piquetes de artillería existentes y se componía de doce compañías de 100 artilleros y cuatro oficiales cada una y una plana mayor, repartido en piquetes, compañías o escuadrones con sus cañones en varias provincias.

Regimiento de Artillería de la Patria.


Pieza de colección


Este set de 5 piezas nos presenta a 4 artilleros del Real Cuerpo de Artillería del Virreinato del Río de la Plata operando un obús de 6 pulgadas.

Modelo de obús corto, con cureña de sitio.

Durante las Invasiones Inglesas, el obús de 6 pulgadas es utilizado en las batallas de Quilmes y Pedriel.

Fue construido en metal y en escala 1/35 (54 mm) por Miguel Escalante Galain: http://miguelesmodemil.blogspot.com.ar/





En las siguientes fotos presentamos a los artilleros y su obús junto a algunos accesorios, como barril y baúl de pólvora, municiones y césped artificial.





Finalmente, también presentamos a los mismos artilleros con un cañón de 6 libras. El cañón es una excelente réplica que integra la colección de sacapuntas metálicos, construido en aleación de cobre y bronce. Salvo por el sacapuntas colocado en los ejes de las ruedas, bajo la "panza" del cañón, el diseño y el acabado son de excelente factura.










Pieza de colección 2


Set de Artilleros pertenecientes a las Milicias Provinciales de Artillería (1806/1807), confeccionado en aleación metálica y escala 1/35 (54 mm) por Miguel  Escalante Galain: http://miguelesmodemil.blogspot.com.ar/

El set incluye junto a los 5 artilleros un cañón de 6 libras y algunos accesorios, como municiones, barril y baúl de pólvora y césped artificial.














Cañón de a 24 (libras)


Historia

 

Categorías de artillería


Desde fines del siglo XVIII, pasando por las guerras napoleónicas, y hasta mediados del siglo XIX, dentro de la artillería existen tres tipos:
  • Artillería montada: Los artilleros iban a caballo junto a las piezas de artillería. Esta artillería, que tenía más movilidad, tenía como función principal apoyar a la caballería y normalmente estas unidades estaban formadas por piezas de 6 libras.
  • Artillería a pie o de campaña: Las baterías eran desplazadas a pie por los artilleros. Normalmente lo componían piezas de 4, 8 o 12 libras.
  • Artillería de guarnición y de sitio: Estaba formada de piezas desde las 4 a las 24 libras de todo los tipos: cañones, morteros, obuses.... y no estaban pensadas como piezas móviles.

Cañón de 6 libras, Ejército de los Andes, batalla de Maipú (1818)

1818 - Artillería Ejército de los Andes (cañón de 6 libras)

Las baterías de artillería contaban por norma general por seis piezas (cañones y algún obús de apoyo). Los cañones describían una trayectoria casi horizontal y se clasificaban por el peso del proyectil que lanzaban, mientras que los obuses podían describir un arco amplio y se clasificaban por su calibre.

Tipos de munición


Las piezas de artillería de esta época eran una versión a gran escala de los mosquetes que usaba la infantería. Carecía de mecanismos para amortiguar el retroceso y los soldados debían volver a situarlas en la posición óptima tras cada disparo. Los proyectiles que se disparaban en los cañones eran de 3 tipos, y se usaban unas u otras en función de la efectividad frente a la distancia:
  • Bolas metálicas sólidas redondas
  • Bolas metálicas huecas, cargadas con explosivo y de las que sobresalía una espoleta. Tenía una gran capacidad incendiaria.
  • Bolsas o latas de metralla (bolas pequeñas o improvisando con clavos, cristales o pequeñas piedra) Se usaba para diezmar rápidamente las líneas de infantería.

Cañón de a 24 durante las guerras napoleónicas.


Mecánica de disparo: carga, apunta, dispara y limpia


Mover e instalar este tipo de armas en el campo de batalla no era tarea fácil. Cada cañón (incluyendo las municiones) necesitaba una media docena de caballos para su transporte y una docena de personas para su mantenimiento, manejo, etc. Pero no solamente había que buscar el emplazamiento adecuado, que casi nunca lo era, sino que además había que preparar otros elementos de carácter defensivo como trincheras o parapetos, para los cuales era necesario usar pico y pala. Unido además a que tras cada disparo había que recolocar la pieza de artillería por el retroceso, es fácil adivinar que los artilleros eran unos soldados con gran corpulencia y resistencia.

Cargando un cañón


Los pasos a seguir para cargar un cañón eran:
  • Insertar la carga de proyección que era un pequeño saco de pólvora negra cuyo peso variaba en función de la distancia a la que se quisiera disparar y el tipo de proyectil.
  • Insertar el taco que era elemento que se interpone entre la pólvora y el proyectil.
  • Insertar el proyectil
Estos elementos se podían introducir juntos o separados y se empujaban con hasta el fondo del cañón desde la boca con una herramienta llamada atacador. Es fácil de deducir que si los elementos eran introducidos juntos la cadencia de disparar era mayor que si se introducían por separado.
Después de tener introducidos los elementos anteriores se introducía un punzón por el oído del arma para perforar la carga de proyección y se rellenaba el agujero con pólvora más fina que será la encargada de cebar la carga principal. Esta última cantidad de pólvora era muy sensible a la lluvia o al viento, y no era extraño que los artilleros taparan el agujero realizado con el punzón.

Cañón de a 24 arrastrado por bueyes durante las invasiones inglesas.

Apunta y dispara

Ahora era cuando se acercaba el momento del disparo y para ello se seguían los siguientes pasos:
  • Apuntar al objetivo. Lo primero era darle la dirección correcta y era dónde los artilleros, usando sus músculos y una serie de palancas, orientaban el cañón hacia el objetivo.
  • Estimar el alcance del lanzamiento usando una escuadra y una plomada. Para darle la inclinación necesaria al cañón se usaban cuñas o un tornillo.
  • Aplicar un fuego a la carga de cebo para producir el disparo.

Limpieza del cañón


Después de cada disparo los cañones además tenían un proceso realmente importante. La pólvora negra usada tiene una velocidad de deflagración no muy rápida, que permite cargar el cañón sin peligro de que reviente. Pero en el ánima pueden quedar pavesas incandescentes que podrían prender la carga y herir o matar a los artilleros que estuvieran realizando la carga. Para evitar esto se usaba una herramienta llamada lanada para dejar bien limpia el ánima.

Una vez limpia el ánima, se introducía el sacabalas para extraer la parte de la carga de proyección dado que no se hubiera consumido, quedando el cañón listo para disparar de nuevo.

Al no existir ningún elemento que amortiguara el retroceso de cañón era necesario colocarlo de nuevo para el siguiente disparo


Conclusiones


Todas estas maniobras hacían que la cadencia de disparo fuera de entre 1 y 3 minutos, y además estuviera ligado al estado físico de los artilleros. El esfuerzo físico que sufrían era inmenso y no era extraña la batalla en la que no se hicieran unos 200 disparos. Además, se corrían otro tipo de riegos entre los que se encontraba la exposición al enemigo que se podían encontrar los artilleros si había brechas en las líneas de infantería o que la vida útil del cañón llegara a su fin (entre 2000 y 3000 disparos) y éste reventase llevándose por delante a toda la dotación de artillería.

Pieza de colección


Cañón de a 24 confeccionado en plástico y pintado color ocre para darle mayor antigüedad y realismo.


























1 comentario:

Anónimo dijo...

una pregunta interesante : si montevideo era mas vital como fortaleza y puto degendible en el rio de la plata al etener un mejor puerto, ¿porque n ose fijo la capitalidad del virreinato rioplatens
e en montevideo ?